Muchos conceptos de economía y sus aplicaciones provienen de épocas muy lejanas, de la revolución industrial, de finales del siglo XVIII cuando comenzó a tomarse en serio la economía como una ciencia. Pero las definiciones actuales, como la de inteligencia financiera, deben buscarse en otras fuentes de información.
Las preguntas y dudas cotidianas sobre finanzas tienen sus respuestas en los movimientos económicos de la actualidad, en los cursos, diplomados y programas de actualización que van con el día a día, y las tienen los gurúes que han hecho de sus inversiones verdaderos casos de éxito.
Las escuelas y los colegios deben “invertir” un poco de tiempo en la enseñanza de conceptos sencillos de implicación considerable, como el de inteligencia financiera.
Contenido
¿Qué es la inteligencia financiera?
No es otra cosa sino el manejo adecuado de los ingresos y la búsqueda de nuevas fuentes de ingreso que nos permitan el logro de objetivos, cierta estabilidad económica y una vida tranquila desde el punto de vista de las finanzas.
Podría pensarse que esto es muy confuso, sin embargo, son muchas las personas que están ahogadas económicamente por no tener, ni siquiera visualizar, un cambio de actitud o de vida que lo conduzca hacia una mejor situación.
La inteligencia financiera implica, no solo tener una actitud hacia el dinero que obtenemos como pago por el trabajo que hacemos, sino la disposición de hacer de ese dinero algo más productivo, bien sea invirtiendo o ahorrando para generar intereses.
Esto servirá para permitirnos tener una vida holgada, gozar de cierto bienestar económico y disfrutar de un retiro digno, solvente y tranquilo.
Con el aumento de los ingresos o la optimización de los recursos que poseemos, estaremos dando muestra de cierta inteligencia financiera; o cuando tenemos soluciones viables ante los problemas económicos que se nos presentan.
¿Qué hacer ante las dudas?
Es normal que aparezcan dudas cuando se trata de las finanzas, bien sean personales, de la familia o de la empresa, y que sintamos temores ante la amenaza de caer en bancarrota, por decir lo peor; sin embargo, podemos echar mano de una serie de herramientas que bien pudieran servirnos para salir del atolladero.
Una de las claves de la inteligencia financiera es la confianza: tener confianza en nosotros mismos, en que vamos a ser capaces de superar el escollo, de sobreponernos, de superar y mejorar el cuadro financiero que tengamos en el momento es importante para darnos un soporte emocional.
Robert Kiyosaki, autor del libro Padre Rico, Padre Pobre, y uno de los consejeros de finanzas personales de la actualidad, advierte que “95% de las personas no están capacitadas financieramente, y frente a un problema de este tipo, siente que su mundo se viene abajo”.
Saber sobre determinados aspectos de la vida, bien porque estamos formados profesionalmente o porque poseemos las herramientas y la experiencia, nos da seguridad en lo que hacemos; esa misma premisa debemos aplicar para las finanzas: tener seguridad de que lo que vayamos a hacer saldrá bien, dará buenos resultados y traerá beneficios, esa es parte de la inteligencia financiera.
La idea es explorar más opciones alejando los temores y sintiéndonos confiados y seguros de que las decisiones son las adecuadas para cada caso.
Existen muchos tipos de inteligencia, y todas son importantes en la actualidad, pero la inteligencia financiera es vital en los tiempos que corren, no por codicia, sino para movernos mejor con el dinero, con los negocios y tener las mejores respuestas al exigente mundo que cada vez nos empuja más al consumo, al gasto, a la dependencia económica, pues el dinero es la felicidad.
Tener el control total de tu dinero es otra muestra de inteligencia financiera, así como algunas de estas características:
- Mantener más ingresos que egresos; es decir, gastar menos de lo que ganas y nunca, pero nunca comprometer el dinero que aún no te ha entrado, a menos que se trate de un crédito a largo plazo para adquirir un bien que se revalorice con el tiempo.
- Identificar y tener otras fuentes de ingresos. Hoy en día la tecnología de información y comunicación nos abren una ventana de oportunidades para monetizar todo lo que forme parte de nuestras fortalezas. Es cuestión de identificarlas y sacarles provecho.
- Rentabilizar y optimizar el dinero. Este objetivo se logra a través de la inversión, bien sea comprando acciones de empresas para percibir una rentabilidad a cambio, invirtiendo en bonos de renta fija o a través de los fondos de inversión.
- Visualizar y hacer un plan a futuro. Esta recomendación encierra varios consejos que hemos mencionado, cómo empezar a ahorrar, no solo por algún motivo específico; hacer inversiones en empresas, y siempre pensar en las metas personales.
¿Qué debo saber para tener inteligencia financiera?
Muchos tienen una inteligencia financiera innata; son esas personas que desde chicos tienen habilidad para las finanzas, son solventes económicamente y son referencia para ser considerados a la hora de empezar un negocio.
En cambio, otros tienen dificultades para manejar sus finanzas, son un desastre con su economía, siempre están esperando el fin de mes para solventar deudas, y nunca ven luz; claro, parte de esta situación puede deberse a las condiciones económicas adversas (inflación, devaluación, desinversión, etc.), que serían elementos de otros temas más profundos.
Pero, para tener este tipo de inteligencia y estar solvente económicamente se requiere de experiencia, tropezar, levantarse y seguir intentándolo, analizar el entorno, formarse, capacitarse y tener los cinco sentidos en lo que ocurre alrededor.
Algunos consejos
Citando nuevamente al experto Kiyosaki, quien relata en su obra más conocida (Padre Rico, Padre Pobre), que su padre era pobre, no por sus bajos ingresos, sino por su actitud con respecto al dinero, mientras que el padre de su amigo le enseñó a comprender las claves de la mentalidad millonaria.
Este autor recomienda que se debe pasar de “No me lo puedo permitir” al “¿cómo lo puedo pagar?”; de “trabajar por dinero” a “el dinero trabaja para mí” y de “no me arriesgo con mis finanzas” a “debo gestionar mejor el riesgo”.