Los microplásticos se definen, según la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) como aquellas partículas plásticas (microesferas o fragmentos amorfos) que alcanzan dimensiones mínimas, de 5mm de diámetro o menos.
La definición es sencilla y clara, pero su caracterización ulterior y el impacto que causan está siendo objeto de intenso debate por la comunidad científica internacional.
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Caracterización según su origen
No todos ellos se originan bajo el mismo proceso. Algunos son sintetizados de novo, adrede, con algún fin industrial específico, mientras que otros son la consecuencia de la cadena de degradación de otro producto anterior. Los primeros, por ser sintetizados a voluntad, pueden ser mas fácilmente regulados en su volumen de producción, de forma mas o menos inmediata. Los segundos, al ser producto intermedio de un sistema de degradación de otro elemento anterior, son difícilmente controlables per se.
Microplásticos de fuente primaria
Tal como ya se mencionó, este tipo de partículas son producidas a voluntad como parte de un proceso industrial. En general, se trata de microesferas de poliestireno (PET), polipropileno (PP) o polietileno (PE) que se adicionan a multitud de productos cosméticos y de limpieza, con función generalmente abrasiva. Su diámetro específico depende del producto final al que va a ser adicionado como ingrediente.
Los microplásticos de fuente primaria están presentes como abrasivos o espesantes inertes en productos de cosmética, tales como exfoliantes, geles de baño, cremas limpiadoras, desodorantes, protectores solares y pasta dentífrica. En general, las pequeñas esferas de polietileno han venido sustituyendo el uso de la tierra de diatomeas en la mayor parte de las marcas cosméticas de gama media y baja. Estas esferas, perfectamente redondas, pulidas, y químicamente inertes, ayudan a exfoliar la piel sin causar daño o irritación, ni generar posibles alergias.
Entre los productos de limpieza a los que se agregan los microplásticos como elemento abrasivo se encuentran los detergentes para fregar y los polvos limpiadores. En este caso, las partículas que se adicionan suelen tener un diámetro algo mayor que en el caso anterior, y no necesariamente deben mostrar una superficie pulida. Debido a ello, presentan mas versatilidad en su composición química, su forma y su superficie.
Estas partículas terminan vertidas por toneladas directamente en el mar a través de las aguas servidas (tratadas o no), pues los procesos de filtración de las plantas de tratamiento no son lo suficientemente eficientes para capturar y retener partículas menores a 5 mm.
Microplásticos de fuente secundaria
A diferencia del caso anterior, estas micropartículas plásticas se originan del proceso de fragmentación y erosión de plásticos de muy diverso origen y forma. Son la consecuencia directa del vertido incontrolado y masivo de la basura plástica que termina en el mar.
Casi todos estos microplásticos proceden de la degradación de diferentes tipos de envases y artefactos plásticos sometidos a erosión mecánica. En un inicio, la luz del sol puede ejercer una acción parcial de degradación. La luz solar directa, en especial los rayos UV, contribuyen a resquebrajar los grandes trozos de plástico en fragmentos cada vez mas pequeños.
Luego, el efecto de fricción en el agua sigue su curso, generando cada vez partículas menores por fragmentación progresiva y erosión de su superficie.
El movimiento errante de estos pequeños fragmentos, producido por las corrientes oceánicas sobre los fondos marinos rocosos y/o arenosos, termina generando estas micropartículas plásticas. También puede contribuir a ello, en cierta medida, el efecto del vaivén en las zonas del rompiente de las olas.
Los desechos plásticos vertidos en el mar pueden contribuir a generar partículas que terminan depositadas en los sedimentos marinos, o en suspensión en el agua. Estas partículas van entrando progresivamente en la cadena trófica, llegando a quedar integradas en los alimentos de origen marino que consumimos frecuentemente.
Microplásticos en la cadena trófica del ecosistema marino
Como las micropartículas plásticas son extremadamente pequeñas y capaces de mantenerse en suspensión en el agua, podrían ser integradas fácilmente en la cadena trófica, aunque aun no se ha probado hasta qué nivel. Su forma de incorporación sería el consumo directo de las partículas suspendidas por el plancton, y su integración a los tejidos de los organismos filtradores.
Posteriormente, se podría producir la incorporación progresiva de esos microplásticos en los tejidos de los animales que se alimentan del plancton, como crustáceos, peces, mamíferos y depredadores marinos, que van consumiéndose unos a otros a lo largo de la cadena trófica. Esas micropartículas plásticas llegarían al final a nuestra mesa integradas en los productos marinos que consumimos. También podrían hacerlo a través de los animales de granja que son alimentados con harinas de pescado.
Este ciclo está siendo actualmente objeto de estudio por parte de los investigadores marinos y químicos ambientales, entre otros muchos especialistas. Hasta ahora no se han detectado concentraciones preocupantes de estas microplásticos en los productos marinos que consumimos, pero es un tema al que hay que seguir prestándole inmediata atención.
¿Es posible la descontaminación?
Desde la última década del siglo pasado, el destino final de los plásticos ha preocupado a técnicos y científicos. El vertido de microplásticos en el mar a través de aguas servidas, indebidamente tratadas, y el escape de desechos sólidos por desbordamiento de vertederos terrestres, es un hecho incontrolado en muchos lugares. La forma de revertirlo es motivo de intenso debate y preocupación en los círculos científicos, técnicos y de conservación.
Este tema es el centro de atención de redes de expertos de los mas prestigiosos institutos de investigación del planeta, aun sin soluciones concretas. Esto se debe a la estabilidad química de la mayor parte de los plásticos, cuya vida media puede ser de varios cientos de años, o no llegar a hacerlo nunca.
La contaminación por plástico se ha convertido en una realidad tangible que nos rodea y arropa, exigiendo acciones de todos que frenen su incremento. Requiere de compromisos político-económicos y sociales. También de mayor atención urgente y focalizada de investigación básica y aplicada para hallar una forma eficiente de reciclarlo de nuevo, de manera segura para el ambiente. Todas estas acciones constituyen un gran reto integrador.
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