En el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua se define «discriminar» como una «selección excluyente». Se presenta, además, la acepción de «dar trato desigual a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, de sexo, de edad, de condición física o mental, etc.». Así, de acuerdo con la Academia, la discriminación parece ocurrir solo «entre humanos». Y es, definitivamente, una cuestión moral y ética.
Sin embargo, desde 1970 se viene hablando de otra forma de discriminación que se denominó «speciesism». El término «especismo», recogido también por el DRAE, hace alusión a una forma de discriminación por las especies animales no humanas. Y, de hecho, existe ya cierta discriminación en la propia definición, pues separa a los animales de los humanos y ahí comienza todo el problema.
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Ser o no ser animal, he ahí el dilema
Los organismos vivos están agrupados en cinco reinos, dependiendo de características morfológicas y genéticas que los relacionan. Entre ellos se encuentra el reino Animalia, que agrupa a todos los animales… y al hombre. Las características que los reúnen incluyen la presencia de núcleo organizado en sus células, que son organismos pluricelulares y forman tejidos. Además, poseen un desarrollo embrionario característico y no son capaces de producir su propio alimento; su alimentación ocurre por ingestión y digestión interna.
Siguiendo una organización jerárquica, los animales se van separando en grupos más reducidos de organismos que comparten otras características adicionales. Así se llega a la categoría de clasificación inferior que es la especie.
La definición más simple de especie biológica considera la capacidad de reproducirse entre sí, lo que establece los grupos considerados especies animales. Es decir, biológicamente, todas las especies animales ocupan la misma jerarquía taxonómica.
Entonces, ¿qué hace diferente a la especie humana?
De acuerdo con lo señalado, Homo sapiens, es decir, lo que llamamos «especie humana», es una más entre los animales. Sin embargo, con frecuencia, no nos sentimos identificados como animales. Estamos siempre en la búsqueda de rasgos que nos distingan y nos hagan únicos y especiales.
Ya hace 2.000 años Aristóteles señalaba que la búsqueda del conocimiento por el conocimiento mismo nos hacía animales racionales y diferentes. Más recientemente, estudios antropológicos han encontrado que el mayor desarrollo de nuestro cerebro es el que nos otorga la capacidad de razonamiento complejo y nos diferencia. Pero, ¿esto realmente nos otorga el derecho de discriminar a las otras especies animales? ¿Dejamos por esto de ser animales?
¿Qué es la discriminación animal?
El «especismo» –antiguamente «especieísmo»–, o «speciesism» en inglés, es la discriminación hacia los organismos de otras especies. Por supuesto, es un concepto antropocéntrico, pues la única especie que tiene la capacidad de «discriminar» a otras es la humana. Por lo tanto, el especismo se refiere exclusivamente a la discriminación arbitraria que hace la especie Homo sapiens por las demás especies animales. De acuerdo con los proponentes del término, los especistas no respetan los derechos de los demás animales pues los consideran menos que los humanos.
¿Existe discriminación animal?
En todas las sociedades humanas existe discriminación animal y ni siquiera se cuestiona. No existe la consciencia de discriminación y los animales son explotados de diferentes formas en la vida cotidiana. Los animales nos proveen de alimento, los usamos como fuerza de trabajo o como materia prima para la fabricación de textiles u otros productos de consumo. La forma más extrema de discriminación animal ocurre cuando se usan animales como diversión; más, si esta involucra el sufrimiento del animal.
Existe, incluso, discriminación hacia ciertos animales y no hacia otros como otra forma de especismo. Es el caso de las mascotas, a las que se les trata como un miembro más de la familia. O discriminación hacia ciertos grupos de animales y no hacia otros; por ejemplo, somos capaces de eliminar insectos, pero respetamos a los animales de mayor tamaño, como los mamíferos. En muchas sociedades es mal visto el consumo de perros y gatos o de insectos, pero se consumen pollo, pescado y carnes de res o de cerdo sin siquiera pensarlo.
Argumentos a favor y en contra de la discriminación animal
- Nuestras capacidades nos diferencian del resto de los animales. Como ya señalamos, la capacidad de razonamiento nos diferencia de otros grupos animales. Para los especistas, eso nos da el derecho a discriminar. Para los antiespecistas, la especie humana no siempre tiene la capacidad de razonamiento: bebés y niños pequeños; adultos con discapacidad intelectual por enfermedad o accidente. Entonces, ¿sería válida la discriminación de estos dos grupos?
- Pero es que los animales no son seres humanos, dicen los especistas. Ante esto, los antiespecistas sostienen que se trata de una circunstancia biológica, como la existencia misma de las especies o la separación de los sexos. Si no deben justificarse la xenofobia, el racismo o la homofobia como formas de discriminación, tampoco debe justificarse el especismo como forma de discriminación animal.
- Hemos crecido con la creencia de que las demás especies de animales son seres inferiores. Además, forman parte de nuestra dieta cotidiana. Pero los antiespecistas alegan que, una vez que se tiene conocimiento de esta forma de discriminación animal, se deben modificar estas costumbres. Ya no puede ser «obvio» el uso de otras especies animales para nuestro beneficio.
- ¿Y por qué no se respetan las plantas? También son organismos vivos. Sin embargo, las plantas no tienen la capacidad de sufrir o de disfrutar que sí tienen las otras especies animales al igual que Homo sapiens. Los antiespecistas consideran que son los seres con estas capacidades quienes pueden ser afectados por los actos de otros. Por eso, debe tenerse una consideración moral de respeto hacia los demás animales.
En definitiva, la discriminación animal es un tema complejo y con muchas aristas. Para algunos, ser antiespecista puede ser una actitud extrema, pero para ellos es una cuestión de moral y ética hacia las demás especies animales. ¿Dónde está el equilibrio? ¿Dónde está la razón? Como siempre, la conciencia individual debe ser la que dirija nuestras acciones.
1) La discriminacion es inherente a la evolucion de las epecies, en la lucha por eliminar a los competidores. leon contra otros felinos, hasta contra las crias de otros machos, monos de una manada contra los de otras, perros contra gatos, gatos contra ratones, pajaritos contra mariposas, etc.
2. Las plantas tambien discriminan: en la selva crecen lo mas alto posible para buscar el sol y dejan a sus competencias a la sombra
3. Los entendidos en plantas dicen que sienten: por eso les hablan, las acarician y les ponen musica
4. La discriminacion es inherente a la naturaleza. Pero el homo, que dice haber su perado a la naturaleza, debió haber eliminado la discriminacion mas allá de hablar de ella y hacer cosmetica (que para nada la oculta) – Karl Marx decia que «todos tenemos adentro un enano fascista» (Hoy por decir «enano» estaria en falta….debió decir duendecillo o lo que sea. El tambien lo tenia, seguro)