El deporte es una manifestación de las necesidades sociales del ser humano y también es una manifestación cultural de gran relevancia. Desde la antigua Grecia, los Estados consideran el deporte como una actividad de interés general, que cumple funciones educativas y otorga beneficios a la salud.
En general, el deporte exhibe enormes desigualdades, según sean eventos deportivos masculinos o femeninos, diferencias que se ilustran en el apoyo de federaciones, clubes o patrocinadores. De hecho, en algunas disciplinas, la asignación económica de los premios en las competencias deportivas es más baja cuando sólo participan mujeres.
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Avances del deporte femenino
Son muchos los deportes donde, ahora, figuran las mujeres haciendo papeles importantes por su desempeño. Pero, a pesar de que el deporte femenino va ganando terreno en torneos destacados, todavía no alcanza el reconocimiento que merece.
Una prueba de ello es que los medios de comunicación, y en particular la televisión, dedican menos recursos y esfuerzos a la cobertura y/o transmisión de las competencias deportivas femeninas.
Aunque las mujeres entrenan al máximo nivel y compiten en categorías exigentes, ellas no reciben el reconocimiento que merecen, bien sea porque practican un deporte minoritario, o bien porque no son hombres.
Un deporte minoritario es uno que tiene menos seguidores, aunque goza de alguna fama, como por ejemplo: judo, esgrima o nado sincronizado. Para las mujeres, históricamente, ha sido más fácil figurar en deportes individuales que en los deportes de equipo.
Así han podido triunfar en atletismo, gimnasia, patinaje sobre hielo, natación, mientras que alcanzar buenos lugares en deportes colectivos les ha llevado mucho más tiempo.
No obstante, ya las mujeres figuran como triunfadoras en fútbol y beisbol.
Dentro de los deportes de equipo que siempre han sido realizados por mujeres tenemos: nado sincronizado y gimnasia rítmica, ambos deportes minoritarios. La pregunta entonces es: realmente el deporte femenino ¿tiene el reconocimiento que merece?
Presencia de las mujeres en los deportes
Hace más de 110 años, el tenis era el único deporte en el que las mujeres disfrutaban de cierto prestigio a nivel nacional e internacional.
Y debido, a la poca participación de mujeres en eventos deportivos es que el deporte femenino aparece, en los medios de comunicación, sólo cuando las mujeres consiguen una medalla o establecen un record.
Y por ende, durante el resto de las temporadas, las deportistas están solas y son olvidadas, sin recibir ningún apoyo para su entrenamiento y preparación física antes de las competencias. Es en ese momento, cuando el apoyo económico y profesional que se les dé, les permitirá obtener mejores resultados, al desarrollarse para ser deportistas destacadas.
Lo cierto es que actualmente, las mujeres tienen altos rendimientos y por ende, debería ser el momento para que se les otorgue el reconocimiento y el apoyo que merecen. Pero los medios de comunicación, incluida la televisión, mayoritariamente, hablan de deportes masculinos y más específicamente de fútbol.
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Entonces, es importante ampliar la cobertura de los eventos de deporte femenino, para que este deporte tenga el reconocimiento que merece. Sobre todo, porque si existe una mayor atención de los medios de comunicación, hay más probabilidad de obtener un mayor interés de los patrocinadores.
Este interés se traduce en mayor apoyo económico y por ende, en más posibilidades de alcanzar el éxito en la disciplina deportiva que se practique.
Los deportes femeninos son considerados como más evolucionados, menos promovidos por el dinero, más orientados a la familia y más transparentes que los deportes masculinos.
Las mujeres y las Olimpiadas
Las mujeres han sido parte del movimiento olímpico desde la segunda edición de Los Juegos Olímpicos modernos que se celebraron en París en 1900.
Esta participación no fue oficial y sólo pudieron hacerlo en las disciplinas deportivas de: tenis, croquet, vela y golf.
En 1908, en Londres, 36 mujeres participaron de un total de 2008 atletas, igualmente de modo no oficial. Las disciplinas deportivas fueron: tiro con arco, patinaje, tenis, vela y competencias con barcos a motor.
En 1912, en Estocolmo, las mujeres fueron, adicionalmente, admitidas en natación.
En 1928, en Ámsterdam, las mujeres iniciaron su participación, en atletismo, lo que aumentó el número de mujeres a 290 de un total de 2883 atletas.
En 1968, en México, se designó a una joven atleta para llevar la llama olímpica, por primera vez.
En 2000, en Sídney, las deportistas llevaron la llama olímpica en conmemoración de los cien años de participación femenina en las Olimpiadas.
En 2012, en Londres, las mujeres ya representaban el 45 % del total de los atletas y se les permitió participar en boxeo, que era la única disciplina donde no podían.
En las Olimpiadas de Londres ocurrió que todas las naciones participantes inscribieron al menos a una mujer como parte de su delegación, incluyendo a las naciones musulmanas.
A pesar de los avances que han tenido las mujeres en las Olimpiadas, todavía hay un número de deportistas masculinos superior al número de deportistas femeninas. En consecuencia, el deporte masculino obtiene una mayor cantidad de medallas que el deporte femenino.
A pesar, de que existen disciplinas, como las hípicas, donde el sexo del atleta es irrelevante, pues los hombres y las mujeres participan en las mismas competencias deportivas.
Los juegos olímpicos son realmente una oportunidad para ver una fotografía del mundo y de la situación de hombres y mujeres en los deportes y en la vida en general.
Las mujeres en los maratones
El 19 de abril de 1967, cambió la participación de las mujeres en los maratones, cuando Kathrine Switzer logró inscribirse como K.V. Switzer en el Maratón de Boston.
Lo consiguió con el apoyo de su entrenador, quien buscó el material, mintió en el estudio médico y recogió el número del dorsal que le correspondía, el 261. Kathrine Switzer burló así, la prohibición que les impedía a las mujeres competir en un maratón y entonces, cambió la historia.
Kathrine terminó el Maratón de Boston en 4 horas y 20 minutos, pese al boicot de los organizadores, quienes trataron de sacarla de la carrera y quitarle el dorsal del pecho. A partir de ese día, el número 261 se convirtió en símbolo de la igualdad de las mujeres en los deportes.
En 1971, el Maratón de Nueva York creó la categoría femenina y con ello, puso el ejemplo para que otros maratones tomaran, oficialmente, en cuenta a las mujeres.
Hoy en día, el maratón es una disciplina deportiva que involucra tanto a hombres como a mujeres, en las que ha crecido exponencialmente, la participación femenina.
El deporte femenino en España
Desde 2014, el deporte femenino le ha otorgado al deporte español el 65% de sus triunfos.
Por ello, es importante comenzar a reconocer que en la categoría femenina contamos con un extraordinario potencial deportivo que muy pocas veces es un hecho noticioso. Se trata entonces de darle valor y reconocimiento al gran esfuerzo y talento que tienen nuestras deportistas.
Sin lugar a dudas, se ha avanzado bastante en el deporte femenino, pero no se debe negar, que el camino aún sea largo y que todavía quede mucho por recorrer. Sobre todo, porque la realidad es que el deporte femenino español es cada día más exitoso y sus deportistas más sobresalientes.
La nueva Ley del Deporte Española aspira a garantizar la igualdad de la mujer, cuyo objetivo principal es conciliar familia y deporte.
Uno de sus artículos considera que cualquier deportista o atleta, que quiera ser madre mientras esté activa, no pierda los beneficios a los que tenga derecho. Esta es una de las mejores formas de preservar en los eventos deportivos en España una igualdad efectiva entre hombres y mujeres.
Este texto legal es una oportunidad única para expresar que el deporte es una cuestión de interés público y suprimir cualquier indicio de discriminación.
Como dijo la otrora deportista española María José Rienda: “El deporte no tiene género. El deporte tiene una fuerza muy poderosa para derribar barreras y llevarnos a una sociedad mejor”.