Luego de que los grupos peninsulares arribaron a América Latina, comenzó un proceso de implantación de la cultura europea en la región y esto trajo como consecuencia el desplazamiento violento de las civilizaciones y las etnias que poblaban originalmente este espacio. Algunos grupos indígenas se asimilaron al sistema colonial, otros fueron exterminados. No obstante, todavía hoy subsisten tribus que se resisten a sucumbir, entre ellas los lacandones.
Los lacandones conformaban un grupo étnico maya que habitan en la zona selvática del Estado de Chiapas, en México. Dicho ecosistema es conocido como selva Lacandona y se extiende hasta la frontera con Guatemala. Su idioma es el lacandón y proviene de la familia de lenguas mayas. Actualmente, son una minoría étnica de proporciones demográficas reducidas (menos de 1000 individuos) pero con una relevancia moral extraordinaria.
Y es que desde que América Latina comenzó su proceso de industrialización, el medio ambiente del continente ha resentido la llegada de grandes empresas y de otras actividades depredadoras. En ese contexto, los Lacandones han intentado a toda costa proteger su medio ambiente y dar una lección de desarrollo impulsando el turismo ecológico. Los Lacandones tienen mucho que enseñarnos y, por eso, acá traemos información sobre esta inspiradora cultura.
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Origen de los Lacandones
Se sospecha que los Lacandones eran tribus que habitaban la selva de Belice o la Península de Yucatán, durante la conquista castellana. Posteriormente, emigraron hasta la selva de Chiapas escapando de los intentos de asimilación forzada que buscaban reducirlos y encerrarlos en los denominados “pueblos de paz”.
Los Lacandones se denominan a sí mismos “hachwinik” que en su idioma quiere decir “verdadero hombre”. El origen del término Lacandon pudiera ser una pequeña isla del Río Lacantún y significa “gran peñón” por la geografía de aquellos parajes.
Organización socio-política
Son una sociedad igualitaria que no genera excedentes que permitan una acumulación vertical de capital, por ende, no hay una distinción social de clase. En general, la única distinción jerárquica tiene que ver con el respeto debido a los hombres mayores de la comunidad, los cuales son también guías espirituales para el resto de individuos.
Los asentamientos de lacandones suelen estar constituidos por una familia amplia de 15 personas, las cuales son guiados por el varón de mayor edad. Anteriormente era un uso común la poligamia, pero esto ha disminuido por la creciente penetración del cristianismo protestante.
Las viviendas lacandonas se ubican en las riberas de las vías fluviales, para tener cerca la fuente de pescado y la principal vía de comunicación. Son pequeñas casas de dos estancias y con corrales anexos para los animales domésticos.
Actividades económicas
La agricultura de los lacandones es de subsistencia y aprovecha los distintos nichos ecológicos de la selva Lacandona para impulsar los rendimientos de la siembra. También conocen la ganadería artesanal extensiva y la complementan con la cacería y la pesca. Entre los lacandones la artesanía juega un papel fundamental, ya que sus obras son solicitadas por turistas que quieren tener un recuerdo auténtico de un pueblo ancestral que todavía sobrevive.
En la actualidad, hay guías lacandones que invitan a los turistas a recorrer la selva e interactuar con la naturaleza de manera respetuosa. Esto forma parte de un programa mayor que tiene por objetivo mejorar la calidad de vida de los lacandones, proteger la selva de la deforestación y sembrar valores ecológicos en los turistas.
Religión
Los lacandones nunca fueron desarraigados, ni asimilados. Por ende, todavía siguen teniendo una visión religiosa profundamente influenciada por el medioambiente en el que están inmersos. La selva Lacandona es un lugar mágico para ellos, y su misión es salvaguardar la naturaleza para que ella los proteja como retribución.
Este pueblo cree que los dioses supremos ascendieron al cielo y que solo sus intermediarios siguen entre nosotros, ocultos en las fuerzas de la naturaleza. Al igual que los demás pueblos mayas los lacandones adoran al Sol y a la Luna, punto culminante del orden sobrenatural desde el que parte todo una cadena de jerarquías. También confían que el tiempo es cíclico y no lineal, por eso hablan de eras que se superponen y no de una cadena de acontecimientos.
Para los lacandones el mundo está sostenido por 4 árboles de ceiba que se ubican en los puntos cardinales. Las raíces de estos árboles nacen en el inframundo y sus copas llegan hasta donde viven los dioses superiores. En ese sentido, es la misma idea del árbol de la vida que está presente en otras culturas.
Sin embargo, la diferencia que presentan los lacandones reside en su filiación lunar. La Luna es el elemento femenino, protector de la vida, representada por la Diosa AkNa’ que es “madre de todas las madres” y salvaguarda la creación apaciguando la cólera de su esposo el Sol o HachAkYum.
Ecología
La selva Lacandona es típicamente tropical y ecológicamente privilegiada. Fue reconocida por el Estado mexicano en 2007 como un lugar cuya conservación tiene una importancia suprema y que amerita un cuidado prioritario. Tiene infinidad de especies endémicas y un equilibrio ecológico que sigue bastante libre de la acción destructiva del ser humano.
Desde 1972 la Comunidad Lacandona recibió, mediante decreto presidencial, la tenencia de más de 600.000 hectáreas de selva. De esta forma, se estableció que otros grupos eran invasores y que los lacandones eran encargados de salvaguardar el ambiente. Veinte años después otro decreto presidencial ratifica que la Selva Lacandona es reserva de biosfera.
Con este mandato ético y legal los lacandones han enfrentado a grupos exógenos que quieren deforestar la selva para amplificar la frontera agrícola. No obstante, actualmente piden al gobierno mexicano que les ayuden a encontrar alternativas que logren encaminarlos por el sendero del desarrollo sostenible. Las iniciativas de ecoturismo son un primer paso en esa dirección.
La agricultura de los lacandones y demás prácticas productivas que realizan cotidianamente son de muy escaso impacto en la biosfera, ya que no utilizan químicos para fertilizar, ni cazan o pescan más allá de un adecuado límite. Su afán es subsistir con el planeta, no explotarlo para sacar provecho económico.
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