La literatura especializada en política, sociología y economía, ha abordado el tema de la lucha de clases desde las diferentes perspectivas asociadas a sus visiones. Además, la historia, ha hecho referencia a ello desde el pensamiento y los conceptos de Nicolás Maquiavelo en el siglo XVI.
Este concepto se ha definido sobre la base de varias teorías. Las cuales argumentan y explican la permanente confrontación entre las clases sociales establecidas en una sociedad organizada políticamente.
Una sociedad con una organización política es aquella donde está definido el modo en el cual se estructura el poder, tanto desde el Estado como del que forman parte otros grupos. Entre estos, figuran el económico, el eclesiástico, el militar, el judicial, de medios de comunicación, social y político.
Frente a esas estructuras de poder, algunos pensadores han debatido sobre el surgimiento de la lucha de clases. Su teoría definía que, al haber un estamento establecido, siempre habrá una división en la que un grupo prevalece o domina sobre el otro. Provocado debido al antagonismo y a las discrepancias que existen entre ambos.
Ese antagonismo, históricamente irreconciliable entre las clases sociales establecidas, ha sido atribuido precisamente a los intereses de los diferentes sectores que conforman la sociedad y a la forma de satisfacerlos.
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Surgimiento de la lucha de clases
Algunos autores e historiadores atribuyen este concepto a la doctrina filosófica de Karl Marx (1818-1883). Este filósofo alemán fue, además, periodista, economista, sociólogo y militante comunista. Sin embargo, los antecedentes del concepto aparecen desde el siglo XVI con Nicolás Maquiavelo, como dijimos anteriormente. Maquiavelo fue un filósofo italiano que dividió los bandos sociales y políticos en “el pueblo gobernado” y “los gobernantes”.
Más adelante, con la llegada de la era moderna y la evolución en el pensamiento occidental con otros intelectuales, economistas y sociólogos, aparecen conceptos asociados a características de la burguesía. Entre ellos están la propiedad privada y el liberalismo, sistemas de producción, riqueza, propietarios, además de trabajadores y todas las tensiones entre los grupos.
Algunos intelectuales que sobresalen son François Quesnay, Jean Jacques Rousseau, Edmund Burke y Adam Smith, considerado el padre del capitalismo. Todos ellos estudiaron el concepto de la lucha de clases y generaron la discusión en todos sus escritos.
En el caso de Karl Marx, sus estudios filosóficos y sociológicos sobre las clases sociales lo perfilaron como el intelectual que le dio una explicación más popular a este tema.
Marx propuso que este era un conflicto que no producía armonía o libertad, sino que suponía un giro en el rumbo social hacia el progreso. Entendido este como la existencia de la mejora de la condición humana.
Otros enfoques y concepciones
Existen enfoques diferenciados desde la concepción conservadora y la concepción anarquista.
La concepción conservadora ofrece una explicación más pragmática y la define como el comienzo de los movimientos sociales promovidos por las clases bajas que buscan un ascenso social en esa organización política.
Mientras que la concepción anarquista la asocia con la determinación de las formas políticas de una sociedad.
En todo caso, una lucha de clases supone una remodelación de lo establecido, que viene a significar en términos políticos y sociológicos, la aparición de una revolución en la que el pueblo (clase oprimida) lucha contra la opresión. Ya sea originada por el Estado en general, o por la burguesía en particular. Entendida esta como la clase a la que pertenecen los dueños de los medios de producción que generan capital y riqueza.
Una guerra entre desiguales
La lucha de clases ha sido entendida desde siempre como la guerra producida por la desigualdad material (fortunas, riquezas). Generada en los pueblos, los modos de producción (explotación mediante el trabajo) y el afán por el poder o dominio de las masas.
Históricamente ha existido la división social de los pueblos entre clases: propietarios y trabajadores; guerreros y nobles; amos y esclavos; ricos y pobres; así como mercaderes, industriales y actores sociales que buscan conquistar el poder para ejercer su dominio sobre el resto.
Como concepto ha sido muy popular y utilizado generalmente por la militancia de izquierda, donde se agrupan los que defienden la igualdad social. Así como por el comunismo: propuesta de un sistema político y de organización social y económica donde existe la propiedad en común de los medios de producción, la eliminación de la propiedad privada y la supresión de las clases sociales dentro de un Estado.
Ambos sistemas sociales (izquierda y comunismo), estrechamente relacionados, buscan alentar un alzamiento social de las “clases oprimidas”. Ya que buscan superar el capitalismo y construir el comunismo como una forma de igualdad y evolución.
¿Cómo está presente en la actualidad?
Sin duda, este término sigue vigente, especialmente en un mundo en el que han adaptado sus formas otros conceptos y motivaciones de lucha. Estos pueden ser: la globalización, el neoliberalismo, la igualdad de género, sindicalismo, marginalidad, empoderamiento y tantos otros referidos a las formas que ha buscado el hombre por escalar social y económicamente.
En un mundo en el que sigue existiendo la explotación en el trabajo, la concentración del poder y de la riqueza y los movimientos bélicos con fines meramente económicos, el concepto de lucha de clases no es para nada anacrónico. Al contrario, permite tenerlo presente en tendencias y comportamientos que aún se mantienen, como el racismo, la homofobia, discriminación de género, religión, política o condición social.
Esas serían otras formas de lucha de clases a las que se debe hacer frente en la actualidad, cuando prevalece la pobreza y la desigualdad económica y social.
Las formas de producción que han evolucionado a partir de la revolución industrial hacen evidente que existen otras maneras de explotación que son propias de un mundo globalizado e interconectado. Y se hace más patente en la actualidad con el desarrollo de las tecnologías y las comunicaciones.
No obstante, se dan situaciones que vuelven a poner en evidencia el marcado afán por aprovechar la debilidad del otro.
Los movimientos migratorios, por citar un caso específico, han derivado en una forma de explotación que no se puede ocultar: países receptores de olas de desplazados aprovechan esa condición para tener mano de obra barata en un contexto en el que la ambición de generar riqueza se mantiene.
Una lucha multidimensional
Los antiguos ideales que sembraron la lucha de clases del proletariado contra el capital siguen vigentes. Aún cuando haya variado el enfoque, prevalecen formas de opresión que mantienen la lucha activa. A pesar de que actualmente se ha tornado multidimensional y se ha hecho más dinámica en la medida en que el mundo se ha expandido en sus avances tecnológicos y científicos.
Otros puntos de vista de esta lucha hoy en día podrían surgir desde la individualidad, para asumir un compromiso colectivo, mediante la búsqueda de formas de organización social que procuren el bien común.
No se trata, pues, de obtener un beneficio propio, sino encontrar maneras de generar alianzas. Por un lado, que vinculen las necesidades expresadas en proyectos sociales. Y, por otro lado, a organismos (fundaciones, empresas, voluntariado) con interés de cooperar en la solución de problemas propios de comunidades limitadas social y económicamente.
Por lo tanto, ya no se trata de concebir esta lucha dentro de los límites de explotación mediante el trabajo. Es más como un conjunto de movimientos sociales que procure la satisfacción de necesidades: básicas o primarias, secundarias, colectivas, de formación, económicas, de afiliación, de seguridad y de reconocimiento, así como el bienestar y el confort. Esto sumado a un ascenso en la escala económica y social propiamente dicha, determinada por la formación, el conocimiento y la experiencia.