Se viene advirtiendo desde hace varios años, que la ganadería es más perjudicial para el ambiente, incluso, que el transporte. Y no lo dicen solo grupos ambientalistas; informes elaborados por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) lo confirman. Para el año 2006, la generación de gases de efecto invernadero producto de esta industria era 18% mayor que la del sector transporte.
Pero la ganadería también produce daño sobre el suelo, provocando su degradación, y sobre los recursos hídricos. Sin embargo, no es un problema de fácil solución.
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Impacto medioambiental de la ganadería: conociendo al «monstruo»
¿Cuánto cuesta «mi hamburguesa»?
- Imaginemos que las vacas fueran un país; este país ocuparía la tercera posición en la emisión de gases de efecto invernadero. Y la demanda de carne sigue en aumento. La FAO ha hecho la proyección de un 76% de aumento hasta 2050.
- Frente a otros sectores agrícolas, la cría de animales es el de mayor crecimiento y representa un 40% de la producción agrícola. En contraparte, viendo el aspecto humano, es el medio de subsistencia de más de 1.300 millones de personas.
- El impacto sobre el agua no es solo por contaminación, sino también por la demanda que genera. Para producir «mi hamburguesa» se requieren casi 1.700 litros de agua.
- También tiene un gran impacto sobre el uso del suelo; utiliza el 30% de la superficie del planeta. La crianza de animales ocupa un 80% de la tierra agrícola; de este porcentaje, el 33% se dedica a la producción de forraje. Además, la necesidad de pastizales se ha hecho a expensas de la deforestación de amplias zonas de bosques. En el Amazonas, el 70% de los bosques destruidos es utilizado para prácticas de ganadería extensiva.
- Sin embargo, y a pesar de todo el impacto que está produciendo sobre el planeta, solo contribuye en un 18% al suministro calórico mundial.
¿Por qué es tan impactante para el medio ambiente la ganadería?
Uso de agua
Se ha estimado que el sector ganadero utiliza cerca del 20% de la llamada «agua azul» –o agua disponible en cursos o reservas de agua líquida– para la producción de piensos. Además, cada vaca lechera de alto rendimiento requiere 150 litros de agua por día para lograr una producción óptima. Es decir, la huella hídrica de la ganadería tiene dos vertientes principales: producción de piensos e hidratación de los animales.
Para su cálculo, entran en juego los diferentes sistemas de producción con diferente forma de gestión de los recursos hídricos. También debe considerarse la escala –intensiva o extensiva–, el tipo de ganado y los aspectos culturales y sociales asociados al tipo de ganadería desarrollada en distintos países.
Pero la ganadería tiene aún otro impacto sobre el agua y es la contaminación. Productos químicos, materia orgánica, desechos, sedimentos y sales llegan a los ecosistemas a través del agua residual, principalmente de la ganadería extensiva. También la producción de piensos contribuye con esta contaminación por el uso de pesticidas y fertilizantes químicos. Por su parte, la ganadería intensiva tiene un impacto importante por los restos de antibióticos y hormonas que llegan a las fuentes de agua. Países como China y Estados Unidos utilizan gran cantidad de fertilizantes químicos y el uso de antibióticos –muchos de los cuales terminan en el agua– ha tenido un crecimiento alarmante.
Uso de suelo
El impacto que produce la actividad ganadera debido al uso del suelo comienza por los billones de toneladas de CO2 que se desprenden por la deforestación. Además, como impacto colateral, se produce la extinción de miles de especies. Y es que el uso del suelo por la ganadería comienza con la tala y la construcción de carreteras, a veces con fines mineros. Llegan también agricultores comerciales y de subsistencia a cultivar en los suelos pobres y frágiles de los bosques. ¿La consecuencia? Su abandono en pocos años. El suelo degradado y agotado de nutrientes solo es capaz de producir pasto y es entonces aprovechado por la ganadería.
Este efecto es mayor en los países con grandes masas boscosas, como muchos países tropicales de América, Asia y África. En ellos, durante el período 2000-2010 se registró una pérdida neta de masa boscosa equivalente a 7 millones de hectáreas anuales. Lo más grave es que la pérdida de bosques para su uso con fines agrícolas se produjo en países con bajos ingresos, que dependen de estas prácticas para su subsistencia.
Emisión de gases
Tal vez es el impacto del que más hemos oído, por la emisión de gas metano que se produce a partir de las heces del ganado. El metano es un gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento superior al del CO2, aunque su proporción en la atmósfera es considerablemente menor. Pero el metano presente en la atmósfera no es solo debido a la descomposición de las heces, sino también al funcionamiento digestivo del ganado. Incluso, en muchos casos, una dieta inadecuada contribuye a incrementar la producción de metano. Su presencia también se debe a otras fuentes no relacionadas con la ganadería. En las últimas décadas, su incremento ha sido del 1% anual, con lo que contribuye ya en un 15% al calentamiento global. De continuar a este ritmo, para finales del siglo XXI su efecto superará al del CO2.
Alternativas sostenibles
Además del desarrollo de prácticas ganaderas sostenibles que respeten más al ambiente y a los organismos involucrados, existen propuestas alternativas al consumo de carne. La compañía Impossible Foods ha desarrollado una carne a base de plantas, produciendo solo una fracción ínfima de daño al medio ambiente. La propuesta ofrece reducir la cantidad de agua necesaria al producir unas 60.000 hamburguesas veggie utilizando el agua requerida para producir 312 hamburguesas tradicionales. Además, la compañía ofrece que puede reducir un equivalente a los gases invernadero producidos por 12 millones de autos al año. ¿Cómo? Cambiando una de las tres hamburguesas semanales que consume un estadounidense promedio por la versión veggie. Cabe señalar que el estudio fue avalado por la Universidad de Michigan.