Imagínate en una época en la que está vedada la participación de la mujer en muchos espacios de la vida cotidiana. Imagínate que a pesar de las restricciones que viven las mujeres igual deciden desarrollar investigación científica y contribuir con nuevos conocimientos.
A pesar de la importancia de los aportes, los nombres de las mujeres científicas no aparecen, sino los de sus compañeros de laboratorios o los de sus maridos, y todas la producción es atribuida a los hombres.
Ese es el comienzo de una lucha por la igualdad, al menos en el mundo científico, que emprendió Matilda Joslyn Gage en su trabajo La mujer como inventora, a través del cual describió la situación de desventaja en la que estaban las mujeres que se dedicaban a la ciencia.
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El efecto Matilda: orígenes
Gage fue una activista nacida en Nueva York, quien mantuvo una lucha por el voto femenino; además de ser una abolicionista y autora fructífera.
Pero el término efecto Matilda lo puso sobre el tapete la historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiter, en 1993. Rossiter ofrece una lista de nombres de mujeres que han hecho aportes significativos a la humanidad.
Estas mujeres, a lo largo de la historia, han generado nuevos conocimientos y han formado parte del mejoramiento en la aplicación de la ciencia en ámbitos médicos, biológicos, farmacéuticos, etc.
Y, a pesar de ser personajes relevantes para el desarrollo de la investigación, estuvieron a la sombra de los hombres que bien pudieron ser sus compañeros sentimentales, compañeros de laboratorios o que contribuyeron en aspectos menores del trabajo de investigación.
Margaret W. Rossiter denunció los casos ocurridos entre los siglos XIX y XX en su publicación titulada The Matthew/Matilda Effect in Science, y usó el término efecto Matilda haciendo referencia al efecto Mateo, que consiste en que un científico conocido recibe más crédito que un investigador novel o menos conocido en ese ámbito.
Un mundo hermético y competitivo
En el mundo de la ciencia, específicamente en el campo de la investigación científica, los pormenores de las relaciones entre investigadores, los celos profesionales, los secretos que se consideran deben guardarse por ser susceptibles de plagio, y otros tantos resquemores, son muy frecuentes pero poco conocidos.
En la publicación de un paper en alguna revista científica reconocida e indexada, se desconoce la cantidad de impedimentos, dificultades y hasta artimañas que puedan existir, pues el impacto que puede tener esa publicación es impredecible.
Ese impacto va a depender del tema, del nivel de la revista en el que se publique, de lo novedoso del aporte, de la trascendencia de ese nuevo conocimiento, de las citas que genere entre la comunidad científica y de los beneficios que surjan para los autores.
De allí que muchos científicos luchen por que sus nombres aparezcan en el primer lugar de la lista de investigadores que conforman el equipo, pues esa ubicación los convierte en líderes.
No sería descabellado que en la actualidad se mantuviera el efecto Matilda en el ámbito científico, considerando que el acceso a los recursos es limitado, que no es fácil tener una reputación o ganar el reconocimiento internacional.
Ninguno de los investigadores científicos en la actualidad quiere sufrir el efecto Mateo ni el efecto Matilda, pues estaría aceptando una condición de desmejora, o peor aún, consintiendo una condición de desventaja y exclusión, lo cual estaría afectando su reputación y su carrera científica.
Mujeres discriminadas que sufrieron el efecto Matilda
Los nombres que fueron excluidos u opacados son conocidos algunos, y otros no tanto, debido justamente, al prejuicio que vivieron en su momento y a las dudas que prevalecieron al considerar que las mujeres no podían estar detrás de grandes inventos, descubrimientos o desarrollos científicos.
La lista que publicó Margaret W. Rossiter y que conforman algunos de los casos del efecto Matilda, podría suponerse que constituyen una parte de la cantidad de casos que deben existir a lo largo de la historia.
- Trotula de Salerno fue una médica nacida en Italia, autora de obras que fueron relevantes para el desarrollo de la medicina del siglo XII y que tras su muerte, la autoría de sus trabajos se le asignaron a hombres.
- Nettie Stevens es un nombre que la comunidad científica no puede relegar, debido a que descubrió el sistema XY de los cromosomas con el que se determina el sexo de un individuo. Sus estudios, hechos con los gusanos de la harina, “comprobaron por primera vez que el sexo de un organismo está determinado por sus cromosomas”. Sin embargo, para la época, finales del siglo XIX, su descubrimiento fue arrogado al genenetista Thomas Hunt Morgan.
- Marthe Gautier investigó hasta llegar a detectar la anomalía cromosómica responsable del síndrome de Down, pero la comunidad científica atribuyó ese descubrimiento a Jérôme Lejeune.
- Rosalind Franklin fue la principal colaboradora de uno de los descubrimientos más significativos de la genética como fue el de la estructura del ADN, su participación fue determinante en los trabajos científicos de la doble hélice, pero su nombre sufrió el efecto Matilda, pues fue opacado por los de sus compañeros Francis Crick y James Watson, quienes fueron premiados con el Nobel.
- Marian Diamond fue una científica norteamericana precursora de la neurociencia moderna, quien junto a su equipo de investigación descubrió la neuroplasticidad. Sin embargo, cuando su artículo iba a ser publicado, se dio cuenta de que los nombres de sus compañeros David Krech y Mark Rosenzweig, habían sido colocados antes del suyo, lo que motivó una protesta que obligó a los científicos a revertir este hecho, con lo cual su nombre fue ubicado en primer lugar.
- Gerty Cori, científica checa, fue la tercera mujer a nivel mundial en recibir un Premio Nobel en Ciencias, y es la primera mujer en el mundo en ganar el Premio Nobel en el área de Fisiología o Medicina. Sin embargo, durante años se mantuvo como asistente de su esposo Carl Ferdinand Cori.
- Mary Whiton Calkins, filósofa y psicóloga estadounidense, también aparece en la lista de las mujeres que han padecido el efecto Matilda. Sus trabajos concluyeron que “los estímulos que se combinaban con otros estímulos vívidos fijan más fácilmente en el recuerdo”. Pero, tanto estos como otros descubrimientos de su autoría en la misma área, fueron utilizados por Georg Elias Müller y Edward B. Titchener, y ninguno de ellos mencionó ni le dio méritos a Calkins.