El feminismo es el movimiento que lucha por la realización del principio de igualdad de derechos y oportunidades de la mujer y el hombre. La lucha del feminismo se basa en la libertad, la igualdad y la justicia social, es decir, está basada en valores democráticos.
De ningún modo el feminismo pretende ser la oposición al machismo, pues no persigue la preponderancia de la mujer sobre el hombre. Su búsqueda está enfocada en el cese de la discriminación de las mujeres, impuesta por la cultura patriarcal, y en la igualdad entre los sexos.
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Orígenes del feminismo
La historia moderna del feminismo se inició en la segunda parte del siglo XVIII. Desde entonces, el movimiento feminista ha logrado hitos de igualdad en lo jurídico, en el voto, la educación y el trabajo.
Existen dos versiones sobre el origen del término feminismo. Se atribuye al socialista francés Charles Fourier, quien defendía la emancipación femenina, haberlo empleado por primera vez en 1837. La versión más aceptada, sin embargo, da cuenta de la connotación negativa con la que se divulgó en un principio la palabra feminismo.
El escritor y periodista francés Alexandre Dumas (hijo) lo utilizó para hacer propaganda política contra el feminismo, descalificando a los hombres que defendían esta causa. Tomó la palabra de un tratado sobre la tuberculosis, realizado por el médico Ferdinand–Valérie Fanneau.
El doctor Fanneau describía que los hombres afectados por esta “enfermedad” desarrollaban rasgos “infantiles y feministas”. Según Dumas, los hombres que apoyaran las demandas de las mujeres, corrían el riesgo de padecer el mismo proceso de feminización que sufrían los enfermos.
Fue a finales del siglo XIX cuando la francesa Hubertine Auclert, feminista y sufragista, se apropió del término. Lo utilizó por primera vez para hacer referencia a la organización colectiva de las mujeres para reivindicar sus derechos.
Las olas del movimiento feminista
La evolución del feminismo desde su surgimiento, hace más de dos siglos, hasta nuestros días, se divide en tres olas con diferentes características y motivaciones.
La Ilustración
La primera ola comenzó en el siglo XVIII, en la época de la Ilustración, movimiento cultural e intelectual que propugnaba la igualdad entre las personas. Las ideas de la Ilustración derivaron en la Revolución Francesa, conflicto que produjo como documento fundamental la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
En medio de estos cambios, que no tenían en cuenta a la población femenina, hubo mujeres que debatieron y cuestionaron su rol sumiso en la sociedad. Reclamaron sus derechos ciudadanos y educación, y argumentaron que no había base biológica que justificara los privilegios masculinos.
Dos de estas mujeres, pioneras del feminismo, fueron Olympe de Gouges (seudónimo de Marie Gouze) y Mary Wollstonecraft.
- Olympe de Gouges: escritora y política francesa. Hizo su propia versión del documento fundamental de la Revolución Francesa en respuesta a la exclusión de las mujeres. Escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, proponiendo la igualdad de derechos jurídicos y legales con respecto a los hombres.
- Mary Wollstonecraft: escritora y filósofa inglesa, fue la autora de Vindicaciones de los derechos de la mujer (1792), considerado el texto fundacional del feminismo. En el texto refutaba la idea de que los hombres eran superiores por naturaleza a las mujeres. Decía que este pensamiento era consecuencia de una concepción cultural, y había sido impuesto por la educación limitada que recibían las mujeres. Wollstonecraft defendió entonces el establecimiento por parte del Estado de un sistema educativo igualitario.
El sufragismo y la liberación sexual
La segunda ola del feminismo abarcó desde mediados del siglo XIX hasta la quinta década del siglo XX. Esta segunda etapa se caracterizó por la unión colectiva femenina para obtener derechos políticos, sobre todo para lograr el derecho al voto.
La primera gran acción de la segunda ola feminista fue la Convención de Seneca Falls, celebrada en Nueva York en 1848. Allí, un grupo de personas lideradas por Elisabeth Cady Stanton y Lucrecia Mott, realizaron la Declaración de sentimientos y resoluciones de Seneca Falls. Partiendo de la Declaración de Independencia de Estados Unidos, decía que debían modificarse las leyes que impidieran “la verdadera y sustancial felicidad de la mujer”.
La declaración denunció las restricciones políticas de las mujeres, como no poder votar, ni participar en política, ni ocupar cargos públicos, pero fue más allá. Pedía también que cesaran las limitaciones económicas y que las mujeres pudieran desenvolverse igualitariamente en todos los oficios, profesiones y negocios.
La Declaración de sentimientos marcó el comienzo del sufragismo, es decir, el movimiento para alcanzar el voto femenino. A partir de Seneca Fallsa, la lucha por este derecho no paró, sino que se propagó a otras partes del mundo. A finales de siglo, en 1893, Nueva Zelanda se convirtió en el primer país en reconocer el voto femenino. El movimiento sufragista cobró fuerza a principios del siglo XX con el liderazgo de la inglesa Emmeline Pankhurst. Fundó la Unión Social y Política de Mujeres en 1903 e hizo realidad el lema del movimiento: “hechos, no palabras”. Los métodos de agitación y desorden público de las sufragistas les supusieron represión y cárcel, pero también reconocimiento.
Paralelamente a la lucha por el sufragio, las mujeres continuaron demandando derechos igualitarios en educación y, en particular, el acceso a estudios universitarios. La reivindicación del feminismo se fue vinculando con otras causas por los derechos civiles desde la segunda mitad del siglo XIX. En España, un icono de la lucha feminista por el voto fue Clara Campoamor.
Tomando esto como referencia, la abolicionista Sojourner Truth denunció la doble exclusión, por mujer y por negra, en su discurso ¿Acaso no soy mujer? (Ain’t I a woman).
Otra figura sobresaliente de la segunda ola feminista fue la socialista Flora Tristán. Abogaba por la defensa de los derechos de la clase obrera y, dentro de esta, de los derechos de “la proletaria del proletariado”: la mujer.
No se nace mujer, se llega a serlo
La tercera ola del feminismo se inició en la década de los cincuenta del siglo XX. Simone de Beauvoir fue una de las máximas exponentes de este período, gracias a su ensayo El segundo sexo. En este ensayo, la escritora y filósofa francesa analizó la condición femenina desde múltiples puntos de vista para explicar la opresión masculina sobre la mujer. Hizo célebre la frase, “no se nace mujer, se llega a serlo”.
Otra mujer clave de la tercera ola feminista fue la estadounidense Betty Friedan, autora del libro La mística de la feminidad. En él discutía el rol femenino de casarse y tener hijos, y defendía el derecho individual de la mujer a desarrollarse.
Durante las décadas de los sesenta y setenta el movimiento feminista planteó temas como el aborto, sexualidad, la violencia contra la mujer y el fin del patriarcado. La aparición de los anticonceptivos impulsaron las reivindicaciones feministas, la mujer ya tenía control sobre la natalidad. Podía disfrutar del sexo sin tener que pensar en la maternidad.
En esta etapa destaca la Declaración de Derechos de la Mujer, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. Es un tratado de las Naciones Unidas, aprobado en 1979, y ratificado por 189 países. La Declaración exige a los gobiernos la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres en la esfera pública y privada. Además, propone alcanzar una igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, tanto en lo legal como en la realidad.
Desde finales del siglo pasado se comenzaron a organizar distintos movimientos dentro del feminismo, atendiendo a la propia diversidad dentro del género. Así, surgen el feminismo multicultural, el postcolonial o el transfeminismo, entre otros.
El feminismo en el siglo XXI
Hoy se habla de la cuarta ola del feminismo, con el activismo digital, siendo cada vez más protagonista en la promoción de las diversas corrientes. El movimiento #MeToo, impulsado por celebridades y artistas, ha tenido resonancia mundial para denunciar el abuso sexual.
En la defensa de los derechos femeninos han destacado recientemente Phumzile Mlambo-Ngcuka y Malala Yousafzai. La primera ha impulsado el activismo femenino en África desde la década de los ochenta. Actualmente, es la directora de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y Empoderamiento de las Mujeres.
La campaña de la paquistaní Malala Yousafzai por el derecho a la educación de las niñas ganó fama internacional. Ha reivindicado el valor de la educación de calidad para las mujeres desde la infancia y el derecho a no callar frente a la opresión machista.
La actriz Emma Watson ha sido otra figura representante del activismo feminista actual. Propone la igualdad entre los sexos, respeto por el derecho femenino a elegir y deja claro que feminismo no es oponerse a lo masculino.
En el siglo XXI las mujeres siguen luchando por la igualdad de derechos y oportunidades en el ámbito social, político y económico. En el ámbito privado, aún muchas mujeres son víctimas de violencia machista. El movimiento feminista sigue teniendo razones para existir y seguir luchando en todo el mundo.
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